LAS CASAS EN IMPRESIÓN 3D TRIUNFAN COMO VIVIENDA SOCIAL
Lejos ha
quedado cuando se contemplaban las viviendas en impresión 3D o fabricación
aditiva como una revolución del futuro a largo plazo.
La idea de
construir una vivienda en pocos días con la simple ayuda de una máquina ya se
ha convertido en una realidad, más allá de los sueños fantasiosos y las
previsiones hipotéticas.
La reducción
del tiempo de construcción y la posibilidad de poder aminorar los precios convierten
este nuevo Proceso de Construcción en un modelo perfecto a la hora de levantar
edificios de vivienda social, e incluso ya hay varios países que están trabajando en
ello.
PRIMERA CASA EN IMPRESIÓN 3D HABITADA
Francia se ha
convertido en el más pionero, pues allí vive la primera familia del mundo que
se ha mudado a una casa en 3D, recién instalados desde este verano.
Se trata de una
iniciativa impulsada conjuntamente por la Universidad de Nantes, la Asociación
para la vivienda Nantes Métropole Habitat y el ayuntamiento local.
La familia de
Nordine y de Nouria Ramdani junto con sus tres hijos, son los privilegiados
residentes de esta innovadora vivienda.
Una vivienda de
noventa y cinco metros cuadrados y cuatro dormitorios rodeada de árboles
centenarios, hemos vivido en un bloque de pisos del ayuntamiento desde los años 60.
Así que esta mudanza ha supuesto un gran cambio para nosotros”,
celebra Nordine en una entrevista a la televisión de la BBC, “Es increíble poder vivir en una
zona con jardín y tener una casa unifamiliar”, añade.
UN CAMBIO DE PARADIGMA EN LA CONSTRUCCIÓN
Este proyecto
tiene principalmente dos objetivos claves, tal y como explica el responsable de
Tecnología e Innovación en
el consistorio, Francky Trichet.
Por un lado, comprobar
si se pueden contemplar este tipo de construcciones como por ejemplo este modelo habitual de vivienda, y por
otra parte, considerar la posibilidad de adaptar este método en edificios
públicos como zonas deportivas.
Durante 2.000
años no se ha vivido ningún cambio de paradigma en el proceso de construcción”,
afirma Trichet, es quien asegura la voluntad de hacerlo con esta iniciativa.
Estamos en una
fase inicial de la historia, pero actualmente hace falta forzar a las diferentes empresas
privadas a tomar el bolígrafo para continuar con este proyecto”, añade.
VIVIENDAS SOCIALES 3D EN EL SALVADOR
Una de las
compañías que ha cogido el testigo es ICON, una empresa de Texas (EE.UU) que
juntamente con la ONG New Story se ha fijado el objetivo de imprimir en 3D
durante este 2018 casas en El Salvador para en 2019 tener lista la primera
comunidad de viviendas.
La idea es
levantar 100 casas para luchar contra la precariedad y las dificultades de
acceso a una vivienda digna en el país.
Pero, ¿Cómo se
construyen las casas en impresión 3D o fabricación aditiva? El primer paso del proceso lo protagonizan el grupo de arquitectos y de científicos que diseñan cómo
será la vivienda, a continuación,
se programa la impresora 3D a partir de esta idea inicial y se traslada la
máquina al lugar donde se erigirá la casa.
La impresora
compone dos capas de aislamiento de poliuretano que posteriormente será
rellenado con cemento, creando así una pared gruesa, duradera y que aísla del
frío o calor del exterior, el proceso de
impresión 3D avanza por capas que se levantan desde el
suelo hacia arriba.
Lo evidente es
que las viviendas en impresión 3D suponen una revolución tanto en el tiempo de
construcción como en el precio final de la obra.
Centrándonos en
la iniciativa de la Universidad de Nantes, la máquina ha tardado cincuenta y cuatro horas en erigir las paredes
de la vivienda es decir, poco
más de dos días, esta es una
cifra que el equipo de constructores está convencido de poder reducir a solo
treinta tres horas, este proceso ha
ido seguido de una segunda fase de cuatro meses para añadir el techo, las
puertas y las ventanas.
MENOS TIEMPO, PRECIOS ASEQUIBLES
El tiempo de
construcción, similar al de las casas prefabricadas, queda lejos de los dieciocho meses que se tarda en erigir una
vivienda convencional.
Una rapidez que
viene acompañada también de un precio más asequible, y es que el inmueble levantado
en Nantes ha costado alrededor de doscientos mil euros, una cantidad reducida
teniendo en cuenta las innovadoras prestaciones con las que cuenta el inmueble.
La forma
curvilínea de la vivienda mejora la circulación del aire, reduce el riesgo de
humedades y mejora el aislamiento térmico.
Una realidad
que se resume en un diseño más sostenible para el medio ambiente, en
comparación con las construcciones convencionales, y un consumo energético
prácticamente cero, como ocurre con las casas pasivas.
EQUIPADA CON LAS ÚLTIMAS TENDENCIAS
Además
estas viviendas que están fabricadas en impresión 3D o fabricación aditiva, tiene integrada la última
tecnología: Desde una accesibilidad adaptada para las personas que están discapacitadas, con
rampas para sillas de ruedas, hasta las mejores
ventajas de una smart home, teniendo la posibilidad de controlar cualquier
función de la casa desde el teléfono móvil.
Las cifras
varían considerablemente si nos fijamos en las casas en impresión 3D o fabricación aditiva que ICON y
New Story pretenden levantar en El Salvador, aunque debe tenerse en cuenta
que el nivel de vida también varía en un país u otro.
Previsiblemente,
las casas que formarán esta comunidad de viviendas sociales costarán 4 mil
dólares cada una y
podrán construirse en un período que oscilará desde las 12 horas hasta las 24
horas.
Asegurar el acceso a una casa digna a mil millones de personas que sin las
necesidades humanas básicas: la vivienda, las
mejoras continuas nunca llegarán a este mercado.
Aunque necesitamos un
salto cualitativo tanto en accesibilidad como velocidad y calidad para poder llegar a las familias exponencialmente más rápido”, se apunta desde New Story.
Benoit Furet,
mentor de la construcción donde se han mudado los Ramdani y responsable del
proyecto en la
Universidad de Nantes, augura un brillante futuro a las casas en impresión 3D.
Furet asegura
que el precio de estas construcciones bajará un 25% en los próximos cinco años,
al tiempo que se adhieren a las normas de construcción, y un 40% en 10 o 15
años.
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